Confort y salud

Concepto de confort y su impacto en la salud

April 24, 202510 min read

1. Introducción al concepto de confort

¿Alguna vez te has preguntado por qué algunos espacios te hacen sentir tan bien, mientras que otros te generan una sensación de incomodidad casi imperceptible? No es casualidad. El confort va mucho más allá de ese agradable sentimiento momentáneo cuando te sientas en tu sillón favorito. Se define como aquello que produce bienestar en un individuo y que lo conduce a una sensación agradable de permanecer en un espacio concreto. Este concepto tiene profundas implicaciones para nuestra salud física y mental.

Nos hemos convertido en lo que los expertos llaman "The Indoor Generation" – pasamos el 90% de nuestro tiempo en espacios interiores. ¡Sí, has leído bien! Mientras que en 1800 el 90% de las personas trabajaban al aire libre, hoy apenas lo hace el 20%. Como bien señala Russell Foster, del Laboratorio Nuffield de Oftalmología: "En un abrir y cerrar de ojos, hemos pasado de ser una especie que vivía principalmente en exteriores a pasar casi todo nuestro tiempo bajo techo."

Lo más curioso es la desconexión entre lo que creemos y la realidad: la mayoría pensamos que pasamos "solo" un 66% del tiempo en interiores, cuando la cifra real alcanza el 90%. Esta brecha no es un simple dato estadístico – tiene profundas implicaciones para nuestra salud física y mental.

Cuando hablamos de confort desde una perspectiva arquitectónica y bioclimática, nos referimos a cuatro dimensiones principales: el confort térmico (relacionado con la temperatura y humedad), el acústico, el visual y el olfativo (vinculado a la calidad del aire). Cada uno de ellos juega un papel crucial en cómo nos sentimos en los espacios que habitamos.

2. Relación entre confort y salud

2.1 Nuestra vida entre cuatro paredes

Piénsalo por un momento: si pasas más del 90% de tu vida en ambientes construidos, ¿no crees que la calidad de estos espacios determinará en gran medida tu bienestar? Es como mantener una relación de pareja – si pasas casi todo tu tiempo con alguien, esa relación afectará profundamente tu desarrollo emocional y físico.

La pandemia de COVID-19 nos obligó a mirar nuestros hogares con otros ojos. De repente, ese apartamento que solo usábamos para dormir y cenar se convirtió en nuestra oficina, escuela, gimnasio y centro de entretenimiento. Muchos descubrimos carencias que antes pasaban desapercibidas, pero que ahora afectaban directamente nuestra salud diaria.

Esta revelación cobra especial importancia cuando consideramos que aproximadamente dos tercios del tiempo que permanecemos en interiores lo pasamos específicamente en casa. En España, donde 3 de cada 4 personas viven en zonas urbanas y el 35% habita en casas unifamiliares, la calidad de estos espacios se vuelve fundamental.

Los efectos varían enormemente según cómo sean estos espacios:

  • Aquellos con buena luz natural, ventilación adecuada y materiales saludables nos hacen florecer.

  • Los que carecen de estas cualidades pueden convertirse silenciosamente en focos de problemas crónicos de salud.

Imagina estar expuesto día tras día, año tras año, a condiciones subóptimas. Es como una gota de agua que cae constantemente sobre una piedra – eventualmente dejará huella, deteriorando gradualmente desde nuestro sistema inmunológico hasta nuestros patrones de sueño, y finalmente, nuestra salud mental.

2.2 Cuando tu casa te enferma

Nuestros sentidos son como puentes que conectan nuestro cuerpo con el entorno. Cuando estos puentes transmiten constantemente señales negativas o perturbadoras, comienzan a deteriorarse, y este deterioro eventualmente puede manifestarse como enfermedades que afectan nuestros órganos internos. La conexión cuerpo-mente es tan poderosa que las dolencias físicas pueden desembocar en problemas psicológicos, mientras que los padecimientos mentales pueden manifestarse como malestares físicos.

Y no, no se trata solo de "sentirse mal" – tiene un impacto económico real y medible. Según el Barómetro de la vivienda saludable, las viviendas inadecuadas cuestan a las economías europeas cerca de 194.000 millones de euros anuales en costes sanitarios, sociales y pérdida de productividad. Solo el asma y la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) representan un coste para la sociedad europea de 82 mil millones de euros.

Aquí va un consejo práctico: si experimentas síntomas recurrentes que aparecen principalmente cuando estás en casa, o si varios miembros de tu familia presentan síntomas similares, es muy probable que el origen esté en las características de tu hogar, no en condiciones individuales.

3. Impacto de los diferentes tipos de confort en la salud

3.1 Confort visual e iluminación natural

La luz del sol es para nuestro cuerpo lo que el agua para una planta. Necesitamos exponernos a ella regularmente para funcionar correctamente. No es solo cuestión de iluminar nuestro camino – la luz solar regula nuestros ritmos biológicos y contribuye a nuestro bienestar de formas que apenas comenzamos a comprender.

Beneficios de la luz natural:

  • En educación: Mejora las habilidades de aprendizaje hasta en un 15%. Los estudiantes con mayor acceso a luz natural progresan un 20% más rápido en matemáticas y un 26% en lectura.

  • A nivel fisiológico: Ayuda a asimilar nutrientes, fijar vitamina D y favorecer la producción de hormonas esenciales.

  • En entornos laborales: Los trabajadores con vista al exterior y acceso a luz natural procesan tareas entre un 6% y un 12% más eficientemente.

Consecuencias de la falta de luz natural:

  • Aproximadamente el 15% de la población experimenta tristeza asociada a la escasez de luz solar (Trastorno Afectivo Estacional).

  • Interfiere con la regulación del ciclo circadiano, provocando problemas de sueño. Las personas que trabajan en oficinas con ventanas duermen en promedio 46 minutos más por noche.

  • Puede provocar vista cansada, dolores de cabeza, visión borrosa, mareos, insomnio, estrés y ansiedad.

  • A largo plazo, disminuye la capacidad de percepción visual, pudiendo derivar en el uso de lentes correctivas.

Sin embargo, el exceso de iluminación también presenta problemas. El deslumbramiento afecta negativamente a nuestras pupilas, dificultando la visión correcta y pudiendo ocasionar desorientación e irritación ocular. El diseño adecuado debe buscar un equilibrio que maximice los beneficios mientras evita efectos adversos.

3.2 Confort acústico

Posiblemente hayas experimentado la frustración de intentar concentrarte mientras un taladro resuena en el piso de arriba, o de dar vueltas en la cama mientras los coches pasan bajo tu ventana. El ruido no es solo una molestia – fue declarado contaminante ambiental por la Organización Mundial de la Salud en los años setenta y, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, constituye actualmente el mayor problema de salud medioambiental en Europa.

En España, más de un millón de niños están expuestos a excesiva contaminación acústica proveniente de vecinos o tráfico. Esta exposición tiene efectos que van mucho más allá de la simple irritación:

  • Cardiovasculares: Aumenta el riesgo de hipertensión, enfermedades cardíacas e infartos.

  • Auditivos: Nuestro sistema auditivo carece de mecanismos naturales de protección frente a niveles elevados de ruido. La exposición prolongada puede causar zumbidos, pérdida gradual de audición y, en casos extremos, tinitus permanente.

  • Equilibrio físico: Puede provocar vértigo, náuseas, vómito y dolores de cabeza.

  • Psicológicos: Causa trastornos del sueño que derivan en cansancio crónico y estrés.

  • Desarrollo cognitivo: En niños, puede comprometer seriamente la capacidad de atención y aprendizaje.

Permíteme compartirte algo personal: tras años de exposición a ambientes con altos niveles de ruido (como obras de construcción), he experimentado pérdida selectiva de frecuencias auditivas. Esto significa que hay ciertos sonidos que simplemente no puedo percibir, mientras que otras personas los detectan claramente. Este daño auditivo, aunque parcial, es permanente e irreversible.

3.3 Confort olfativo: Calidad del aire interior

Inhalamos aproximadamente 15.000 litros de aire diariamente – ¡piensa en eso! El aire es tan esencial para nosotros como los alimentos o el agua que consumimos, pero rara vez le prestamos la misma atención.

Un dato que suele sorprender: 8 de cada 10 personas desconocen que el aire interior puede estar hasta cinco veces más contaminado que el exterior. Esta contaminación proviene de múltiples fuentes:

  • El aire exterior ya contaminado que ingresa a nuestro hogar

  • Los materiales de construcción que liberan compuestos orgánicos volátiles

  • Productos de limpieza, muebles, plásticos y otros elementos domésticos

  • Nosotros mismos: una familia típica de cuatro personas emite alrededor de 1.800 litros de CO₂ y 10 litros de agua en la atmósfera diariamente solo mediante la respiración

Las consecuencias para la salud son significativas:

  • Vivir en hogares húmedos y con presencia de moho aumenta el riesgo de asma en un 40%.

  • En España, 835.000 niños viven en condiciones de humedad con techos que gotean, paredes húmedas o moho en los marcos de ventanas y suelos.

  • Los dormitorios infantiles suelen ser las habitaciones más contaminadas de la casa.

Los efectos abarcan desde síntomas inmediatos (irritación ocular, nasal y de garganta, dolores de cabeza, mareos y fatiga) hasta condiciones crónicas (enfermedades respiratorias, asma, EPOC y problemas cardíacos). Estudios europeos indican que 2,2 millones de personas padecen asma como consecuencia directa de sus condiciones habitacionales.

Especialmente peligrosa resulta la exposición a gases como el monóxido de carbono, que al ser inoloro puede alcanzar niveles letales sin ser detectado. Este riesgo es particularmente relevante en viviendas con sistemas de calefacción por combustión que funcionan incorrectamente o carecen de ventilación adecuada.

4. Diseñando espacios que nos hagan sentir bien

4.1 Más allá de cuatro paredes y un techo

Nuestros hogares deberían ser mucho más que simples refugios contra la lluvia y el frío. Deberían ser espacios que nos permitan desarrollarnos plenamente, tanto física como psicológicamente.

El cuerpo humano funciona mediante complejos procesos fisiológicos internos que determinan cómo interactuamos con nuestro entorno. Cuando estos procesos alcanzan un equilibrio, conocido como homeostasis, todas nuestras funciones vitales fluyen sin impedimentos. Sin embargo, este equilibrio es frágil y puede alterarse fácilmente por condiciones ambientales inadecuadas.

Para crear espacios verdaderamente confortables, necesitamos entender cómo percibimos y procesamos los estímulos ambientales. Ana Mombiedro, en su libro "Neuroarquitectura", explica que estudiar cómo funciona nuestro sistema nervioso nos ayuda a comprender:

  • Por qué los materiales naturales nos resultan más agradables que los artificiales

  • Cuáles son los efectos celulares beneficiosos de la luz solar

  • Cómo nos afectan los diferentes colores

  • De qué manera la distribución espacial influye en nuestra orientación y percepción del entorno

4.2 Componentes del confort

El confort integra dimensiones físicas y psicológicas que están profundamente interconectadas:

La dimensión física incluye todos esos parámetros medibles: temperatura, humedad, niveles de luz y ruido, calidad del aire... Son elementos que permiten que nuestro organismo funcione sin tener que activar mecanismos compensatorios.

La dimensión psicológica es más subjetiva y está vinculada a nuestras preferencias individuales, influenciadas por factores culturales como la vestimenta habitual, las actividades que realizamos y cómo nos hemos adaptado a ciertos ambientes a lo largo de nuestra vida.

Piensa en esto: podrías sentirte incómodo con una temperatura de 30°C mientras caminas por la ciudad vestido formalmente, pero experimentar pleno bienestar con la misma temperatura durante unas vacaciones en la playa. La condición térmica es idéntica y probablemente en ambos casos tu cuerpo responda de manera similar (sudando para reducir la temperatura corporal), pero tu percepción y valoración de cada situación es radicalmente diferente.

Nuestras preferencias de confort varían según factores como la edad, el sexo y el estado de salud. Algunas personas tienen mayor tolerancia a temperaturas elevadas, mientras otras se sienten mejor en ambientes más frescos.

Precisamente por su complejidad e importancia, el confort térmico merece un análisis más profundo, que abordaré en un artículo específico la próxima semana.

Hasta entonces, te invito a observar conscientemente cómo te afectan los espacios que habitas diariamente. ¿Te sientes energizado o agotado? ¿Descansas adecuadamente? ¿Experimentas molestias recurrentes? La respuesta a estas preguntas podría estar en las paredes que te rodean.

Un abrazo,

Adaliz Sayago

Recursos adicionales.

Adaliz Sayago

Soy arquitecta y gestora ambiental, lo que me llevó de forma natural a especializarme en sostenibilidad en la construcción, aprovechando la estrecha relación entre ambas disciplinas. Estoy segura de que aprenderás mucho conmigo.

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