COP 30 y arquitectura

La COP 30 y su relación con la arquitectura

December 03, 20257 min read

¿Y si el edificio que diseñamos hoy se quedara obsoleto antes de tiempo?

Es una pregunta incómoda, pero necesaria.

Del 10 al 21 de noviembre se celebró la COP30 en Belém (Brasil), en pleno corazón de la Amazonia. Allí se aprobó el Paquete de Belém, un conjunto de 29 decisiones que marca el inicio de una nueva fase: la llamada COP de la Implementación.

Por primera vez en mucho tiempo, la narrativa global dejó de centrarse solo en “qué deberíamos hacer” y se movió hacia “cómo lo vamos a hacer… y con qué recursos”.

Como arquitecta especializada en sostenibilidad y salud en los espacios construidos, sigo estas cumbres con una pregunta muy concreta en mente: ¿Qué significa todo esto para los edificios, las ciudades y las personas que los habitan?

Y la COP30 trae respuestas bastante directas para nuestro sector.

De la COP29 a la COP30: de la financiación insuficiente a la era de la implementación

El año pasado, en 2024, entrevisté a Guillem Rius , investigador de la Universidad de Barcelona y del Instituto de Salud Global, que participó presencialmente en la COP29 en Bakú.

En esa conversación hablamos de algo clave: la COP29 fue, en gran medida, la COP de la financiación climática… pero con una brecha enorme entre lo que se necesitaba y lo que se acordó.

Los países en desarrollo reclamaban 1,3 billones de dólares anuales, pero el acuerdo final se quedó en unos 300.000 millones. Una cifra que, puesta en perspectiva global, resultaba claramente insuficiente para transformar sistemas energéticos, infraestructuras y modelos productivos.

Además, en aquella entrevista, Guillem señalaba otro punto crítico: mientras se discutían mercados de carbono y mecanismos financieros, las emisiones globales seguían aumentando y el consumo de combustibles fósiles no dejaba de crecer. El famoso “elefante en la sala” seguía allí, muy quieto… pero muy presente.

Con este contexto, la COP30 en Belém se entiende casi como una respuesta: si la financiación no estaba a la altura y la acción no llegaba al territorio, era necesario un nuevo marco que conectara recursos, proyectos y resultados medibles.

Por eso el Paquete de Belém pone el foco en tres grandes ejes:

  • Financiación climática a gran escala: movilizar 1,3 billones de dólares anuales para 2035.

  • Adaptación como prioridad: duplicar y luego triplicar la financiación para adaptación, con una hoja de ruta clara.

  • Mecanismos de implementación: indicadores, aceleradores, alianzas y nuevas iniciativas para que los compromisos no se queden en papel.

Para mí, esta transición de la COP29 a la COP30 dibuja un mensaje claro: ya no basta con hablar de objetivos, ahora toca rediseñar cómo vivimos, construimos y nos adaptamos.

Y si te interesa profundizar en la COP29, en la entrevista que le hice a Guillem podrás ver cómo, al final, comparte un Atlas de Combustibles que me pareció especialmente interesante.

Ciudades, edificios y resiliencia: donde la COP30 se cruza con nuestra práctica diaria

Hay un punto de la COP30 que me parece especialmente relevante para quienes trabajamos en el entorno construido: las ciudades pasan al centro de la agenda climática.

En la Reunión Ministerial sobre Urbanización y Cambio Climático se subrayó que las ciudades están en primera línea de la crisis climática: son las primeras en percibir sus efectos y las responsables de liderar gran parte de las soluciones. Desde olas de calor hasta inundaciones o infraestructuras vulnerables, la adaptación urbana se reconoció como un tema absolutamente fundamental.

Los nuevos planes climáticos nacionales (NDC 3.0) incorporan más del doble de contenido relacionado con ciudades que en ciclos anteriores, reconociendo que la acción climática pasa cada vez más por el ámbito local. Esto significa que el diseño de barrios, edificios y equipamientos no es solo una cuestión técnica: forma parte, en la práctica, de la estrategia climática del país.

Además, la COP30 no se queda en grandes discursos. Se aprobaron elementos muy prácticos:

  • Una Hoja de Ruta de Adaptación con indicadores que afectan a sectores como agua, salud, ecosistemas e infraestructuras.

  • Nuevas herramientas de apoyo, como el Acelerador de Implementación Global, que busca ayudar a los países a convertir sus compromisos en planes y proyectos ejecutables.

  • Iniciativas de naturaleza y bosques (como fondos para bosques tropicales) que, aunque parezcan alejadas, tienen impacto en cómo entendemos la relación entre ciudad, territorio y recursos.

Todo esto nos lleva a una conclusión incómoda pero útil: los edificios que diseñemos hoy tendrán que convivir con un clima distinto al que estamos acostumbrados. Si no incorporamos adaptación, resiliencia y salud interior desde el inicio, corremos el riesgo de crear activos que, en pocos años, se conviertan en pasivos climáticos y económicos.

Qué significa todo esto para la arquitectura sostenible y saludable

Desde mi metodología Blueprint del Diseño Sostenible y Saludable, veo tres grandes cambios que se consolidan con la COP30 y que afectan directamente a nuestra práctica profesional.

Primero, la adaptación pasa a ser parte del programa de necesidades del proyecto. Ya no es solo “qué superficie, cuántas habitaciones o qué normativa”. Ahora también es:

  • ¿Cómo responderá este edificio a olas de calor más intensas y frecuentes?

  • ¿Cómo se comportará su envolvente ante mayor humedad o lluvias extremas?

  • ¿Qué tan flexible es su diseño para albergar otros usos si las condiciones cambian?

Aquí entran con fuerza principios como la arquitectura bioclimática, la eficiencia energética, la integración con el entorno y la conservación de recursos. No como adorno, sino como estructura del proyecto.

Segundo, la salud en los espacios interiores deja de ser un tema “soft” para convertirse en un criterio técnico clave. En un contexto climático más exigente, los edificios tienen que ser también refugios de bienestar:

  • Aire interior de calidad.

  • Luz natural bien trabajada.

  • Confort térmico y acústico.

  • Materiales que no comprometan la salud.

  • Conexión con la naturaleza (biofilia) para sostener el bienestar mental y emocional.

Tercero, la descarbonización se convierte en la base del proyecto, no en un extra opcional. Aunque la decisión final de la COP30 evita nombrar de forma explícita el abandono de los combustibles fósiles, la dirección es evidente: si queremos estar alineados con los objetivos de 1,5 °C, el sector de la construcción tiene que reducir drásticamente su huella de carbono.

Esto implica revisar:

  • La elección de materiales y sus impactos de ciclo de vida.

  • La energía asociada a la construcción y al uso del edificio.

  • La posibilidad de incorporar renovables de forma sensata, sin greenwashing.

  • Las estrategias pasivas como primera línea de diseño.

Y en paralelo, el avance en mercados de carbono y herramientas climáticas globales (discutidos intensamente desde la COP29) va a influir en cómo se valoran los proyectos, las inversiones y las cadenas de suministro en nuestro sector.

Una reflexión personal y una invitación a replantearnos el diseño

Cuando conecto todo esto, (COP29, COP30, financiación, adaptación, ciudades, mercados de carbono) con mi día a día como arquitecta, llego siempre al mismo lugar:

la sostenibilidad y la salud ya no son “diferenciales”, son la nueva línea base para proyectar.

Lo que antes podía verse como un valor añadido, hoy es casi un requisito de responsabilidad profesional.

Por eso quiero dejarte una pregunta sencilla, casi como un pequeño ejercicio:

Piensa en el proyecto en el que estás trabajando ahora mismo. Si lo miras con los ojos de 2035, ¿te parece preparado para el clima y las personas de ese futuro cercano… o se quedaría corto antes de tiempo?

Si la respuesta no es un “sí” rotundo, no pasa nada. De hecho, ese es el mejor punto de partida: el momento en el que empezamos a cuestionar lo que damos por hecho y a diseñar con más intención, más contexto y más cuidado.

Porque al final, no solo levantamos estructuras. Diseñamos lugares que pueden cuidar (o descuidar) a quienes los habitan.

Y en un mundo que entra de lleno en la era de la implementación climática, esa diferencia importa más que nunca.

Espero te haya gustado esta reflexión,

Adaliz Sayago

Curso Arquitectura Sostenible y Saludable

Adaliz Sayago

Soy arquitecta y gestora ambiental, lo que me llevó de forma natural a especializarme en sostenibilidad en la construcción, aprovechando la estrecha relación entre ambas disciplinas. Estoy segura de que aprenderás mucho conmigo.

LinkedIn logo icon
Instagram logo icon
Youtube logo icon
Back to Blog