
El jardín no es un extra, es diseño sostenible
¿Y si te dijera que el mayor error en muchos proyectos empieza justo donde termina el plano de la vivienda?
Durante años, he visto cómo se repite una y otra vez una escena en obras de todo tipo: la casa está terminada, los acabados impecables, las instalaciones en su sitio... y entonces alguien pregunta: ¿Y el jardín?
Y es que como consultora, la mayoría de los profesionales que me contratan es para optimizar el diseño de la vivienda, pero rara vez me preguntan por el jardín y algunos se asustan cuando empiezo a pedir información del exterior pensando que con eso les cambiaré totalmente el proyecto. Y sí y no, pero eso te lo explicó más adelante.
Y es que para muchos, el jardín sigue siendo ese “añadido” que se resuelve al final. Como si fuera un toque estético opcional, algo que se puede improvisar con un poco de césped y algunas plantas bonitas que vimos en casa del vecino.
Pero esa forma de entender el paisaje no solo es errónea: es costosa, ineficiente y profundamente insostenible.
Paisajismo sostenible: cuando llegamos tarde
Hace poco entrevisté a Daniele Libardi para mi Podcast Arquitectura Sostenible, él es diseñador y paisajista especializado en jardines de bajo consumo. Su visión me resonó profundamente: un jardín sostenible no es solo un jardín bonito, es un sistema que optimiza recursos como el agua, la energía y el tiempo de mantenimiento.
Y sin embargo, una de las quejas más frecuentes entre profesionales como él es que los jardines siguen entrando demasiado tarde en el proceso de diseño arquitectónico. Las decisiones clave (pendientes del terreno, desagües, ubicación de depósitos, tipos de pavimento) ya se han tomado. Cuando el paisajista llega, muchas veces solo puede “parchear” lo que ya está hecho.
Como arquitecta especializada en bioclimática, sé que eso es un error estructural, por llamarlo de alguna manera. Porque lo que ocurre fuera de la vivienda influye directamente en lo que ocurre dentro.
Un árbol bien ubicado puede reducir la temperatura interior hasta 3 ºC en verano.
Un pavimento permeable puede evitar encharcamientos y recuperar agua de lluvia para riego.
Y un suelo vivo, sano y bien drenado puede evitar tratamientos innecesarios y costes de mantenimiento a largo plazo.
Los errores que seguimos repitiendo
Diseñar jardines sostenibles no es simplemente “poner menos césped” o “usar plantas que aguanten el sol”. Es entender que el paisaje forma parte integral del proyecto arquitectónico. Y sin embargo, muchos de los errores que aún veo (y que Daniele también denuncia en su práctica profesional) tienen una raíz común: desconexión.
Estos son algunos de los errores más frecuentes que, como profesionales, deberíamos dejar de normalizar. Decidí enlistarlos porque de esa manera también me sirve a mi, como checklist con mis propios clientes.
Dejar el jardín para el final: Parece una obviedad, pero ocurre en muchísimos proyectos. Se diseña y construye toda la vivienda sin tener en cuenta ni el paisajismo ni sus infraestructuras: canalizaciones, depósitos de agua, drenajes, tomas eléctricas... Cuando el jardín se plantea, ya es tarde. ¿Resultado? Obras más costosas, soluciones forzadas y muchas oportunidades perdidas.
Asumir que el agua es ilimitada: A pesar de las alertas constantes sobre el estrés hídrico en regiones como España o México, todavía se proyectan jardines con grandes superficies de césped, sin sistemas de riego eficientes ni estrategias de captación de agua. A veces, el diseño ignora por completo el clima local, como si estuviéramos replicando un jardín inglés en pleno Mediterráneo.
Pensar en plantas como decoración: Las plantas no son objetos estáticos: son seres vivos con necesidades de luz, suelo, agua y espacio. Muchas veces veo jardines con especies incompatibles con el entorno, ubicadas en condiciones que no pueden sostenerse sin un mantenimiento intensivo. ¿El resultado? Plantas que mueren rápido, requieren tratamientos o simplemente no prosperan. Aún recuerdo mi último viaje a Qatar que tienen unas temperaturas por encima de los 40ºC y tenían un césped verde perfecto afuera del Palacio del Emir, a saber la cantidad de agua que necesitan para conservarlo.

Olvidar el suelo: Este es uno de los temas que más me impactó de la conversación con Daniele: el suelo como “el gran olvidado”. En muchas obras, el terreno acaba compactado por maquinaria pesada o lleno de escombros. Cuando llega el momento de plantar, el suelo está muerto: sin materia orgánica, sin drenaje, sin vida. Y un suelo muerto no puede sostener un jardín vivo.
Diseñar sin sombra natural: Solemos proyectar pérgolas, toldos o techos artificiales, pero olvidamos que la sombra de un árbol no se siente igual que la de una estructura metálica. La vegetación no solo protege del sol: regula la humedad, suaviza el entorno, invita al descanso. Y sin embargo, muchas veces no se considera en el diseño climático de exteriores. Es verdad que en España eso de tener árboles en el balcón es un poco complicado, pero aún así el Bosco Verticale lo logró. Aquí te comparto el enlace donde hago el análisis del Bosco Verticale, es el video más polémico en mi canal. Pero en Latinoamérica que tenemos más espacio, seguro puedes aplicarlo.
No prever el mantenimiento: “Te entrego la casa y tú ya verás cómo cuidas el jardín”. Esta frase no se dice, pero se sobreentiende. No planificar el mantenimiento desde el inicio es una receta segura para futuros problemas: riegos ineficientes, podas innecesarias, sistemas que se deterioran por mal uso o por falta de uso.
Falta de diálogo entre arquitect@ y paisajista: Este quizás es el error que lo resume todo. Sin una colaboración desde el inicio, el paisajismo se convierte en un “remiendo” y no en una parte integral del proyecto. Cuando ambas disciplinas trabajan juntas, los resultados no solo son más coherentes: también son más bellos, más sostenibles y más saludables para quienes habitarán ese espacio.
¿Por dónde empezamos?
Como profesional que trabaja desde el enfoque de la arquitectura bioclimática, me he dado cuenta de que muchas veces nos centramos en optimizar lo que pasa dentro de la vivienda: orientación solar, ventilación cruzada, aislamiento térmico…
Pero ¿qué pasa con lo que ocurre fuera? ¿Cómo influye el entorno inmediato en el comportamiento térmico, energético y emocional del espacio habitable?
La respuesta es: muchísimo.
Un jardín bien diseñado puede ser un aliado en la regulación térmica, el confort interior y la eficiencia energética.
La vegetación adecuada puede canalizar brisas frescas, bloquear vientos fríos o crear microclimas agradables.
Y no olvidemos el impacto de la sombra natural: un árbol puede proteger fachadas del sobrecalentamiento sin bloquear la luz invernal.
Uno de los principios clave de mi metodología Blueprint del diseño sostenible y saludable es integrar la vivienda con su entorno, no solo visualmente, sino funcionalmente. El paisajismo sostenible toca directamente varios de los pilares de esta visión:
Arquitectura bioclimática: el jardín es parte del sistema térmico pasivo del edificio.
Conservación de recursos: al diseñar con plantas autóctonas y sistemas de riego eficientes, se reduce significativamente el consumo de agua.
Materiales saludables: el suelo vivo y la vegetación mejoran la calidad del aire, reducen contaminantes y disminuyen el uso de productos químicos.
Calidad del espacio interior y exterior: el bienestar no termina en la fachada. Un jardín puede aportar confort visual, sensorial, acústico y emocional.
Biofilia: no se trata solo de tener plantas dentro de casa. El contacto visual y físico con la naturaleza, incluso desde una ventana, es parte esencial de un diseño saludable.
Desde esta perspectiva, el jardín deja de ser una superficie “verde” decorativa y pasa a ser una infraestructura de salud y sostenibilidad. Cada planta, cada sombra, cada metro cuadrado permeable cuenta.
Y como profesionales, tenemos la responsabilidad de educar y acompañar a nuestros clientes para que comprendan esto. No se trata solo de gusto estético, sino de tomar decisiones informadas que impactarán en el confort, el gasto energético y la resiliencia del hogar a largo plazo.
Te invito a que la próxima vez que traces un plano, pienses en el jardín como parte del todo. No como lo último, sino como lo primero que puede conectar tu proyecto con el clima, el lugar y la vida que lo rodea.
¿Y tú? ¿En qué momento sueles integrar el paisaje en tus proyectos? Me encantará leerte en los comentarios.
Ey, y si tienes curiosidad de la entrevista que hice a Daniele Libardi aquí tienes el video.
Un abrazo,
Adaliz Sayago
